Los 24 de marzo se recuerda a los mártires
Había llegado un rato antes de lo previsto y, pasando por alto un acuerdo tomado como medida de protección, se fue al semáforo y comenzó solo la venta de CLARIDAD. Cuando llegó el grupo lo encontramos empatado a los puños can un policía estatal que quería impedir por cualquier medio la distribución del periódico. Que el policía recurriera a los métodos que mejor sabe emplear para sostener su capricho no tenía nada extraño. Ver
a Chagui peleando, si. El era un joven callado, serio y reservado qua mantenía siempre una ecuanimidad atípica en su edad. Esa escena es la de mejor recuerdo, porque establecía el mejor contraste con su personalidad.
Fuera de ese momento, debieron ser pocos los casos en que se vio a Chagui en plena faena beligerante. El era, lo que llaman por ahí, un muchacho maduro. De esos qua hablan cuando es preciso y que hacen las cosas qua se debían hacer.
Santiago Mari Pesquera estudió en la Escuela Libre de Música, ingresó a la Universidad de Puerto Rico y allí militó en la FUPI, también en el Comité de Cupey del PSP. Más tarde se graduó de aviación comercial en Estados
Unidos y se disponía a iniciar su carrara de piloto. Tenía los pies bien plantados en tierra. Mientras otros solo se dedicaban a soñar, él, sin dejar de hacerlo, labraba el futuro que no conoció.
Este 24 de marzo se cumplen 18 años del asesinato de aquel joven afable. Tenía 23 cuando una bala, disparada alegadamente por un sicópata, puso fin a su vida. El cuerpo del hijo del dirigente independentista Juan Mari Brás fue encontrado en la mañana del día 25 de marzo de 1976 en un paraje aledaño a la carretera de Caguas.
Se arrestó y posteriormente se condenó por asesinato en segundo grado a un vecino suyo que dentro de su locura parcial afirmaba estar al servicio del FBI.
Varias investigaciones concluyeron que el homicida no pudo haber actuado solo. Como parte de esas indagaciones se desenredaron los eslabones de una cadena que apuntaba fuera de duda hacia una conspiración fraguada por una red compuesta de exiliados cubanos, policías, dirigentes del Partido Nuevo Progresista y agentes del gobierno norteamericano. El asesino era nada más que una pieza manejada al antojo da la red.
Los asesinos da Chagui pensaron que podían doblegar la voluntad de Mari Brás. Incluso que podían acelerar un quebranto de salud en el dirigente independentista. Esa bestialidad, practicada en más de una ocasión por agencias represivas estadounidenses, fue el móvil del crimen.
Es cierto que consiguieron provocar el más terrible y hondo dolor que puede experimentar un padre, pero fracasaron en su intención primordial.
Una serie de eventos que sucedieron tras la muerte de Chagui parecían indicar que con el asesinato se daba comienzo una conspiración de gran magnitud dirigida a desarticular al sector más activo del independentismo. Mas, nadie aceptó la provocación.
En los corazones de los revolucionarios -decía Mari Brás ante la tumba de su hijo- no caben sentimientos mezquinos cormo la venganza. Las palabras fueron ley que evitaron se cayera en la celada tendida.
EI Departamento de Justicia de Puerto Rico tuvo información abundante que apuntaba directamente hacia un grupo de derecha, y tuvo más: había nombres, también un ex agente de la pandilla de Alejo Maldonado sostuvo
en una declaración a los federales qua tenía información sobre el asesinato de Mari Pesquera. Claro está, exigía un trueque que resultase en una reducción de su condena. Sin embargo, si algo se hizo, fue muy poco. Llegar al fondo de la investigación suponía descorrer al velo que dejaría al descubierto las intocables estructuras federales. Tras casi dos décadas del suceso sigue sin resolverse el crimen. No hay qua esperar tampoco que en los próximos años se reinicie la pesquisa.
Junto a Chagui están los restos de Rafael “Fefel” Varona, un joven fupista que murió tras ser herido en Viet Nam por la aviación norteamericana. Fefel cumplía tareas internacionalistas en aquel país. Con unos años de distancia, la fecha de la muerte de ambos es la misma.
Cada 24 de marzo Juan, Paquita, Rosi, Raúl, sobrinos que no conoció, familiares y amigos se reúnen en el Cementerio del Viejo San Juan para honrar la memoria de Santiago Mari Pesquera y para cumplir con el deber patriótico que tienen los pueblos da jamás olvidar a sus mártires.
Columna publicada en Claridad, edición del 25 al 31 de marzo de 19